Y para acabar, Bondi
- lectura de 2 minutos - 333 palabrasÚltimo día de viaje. Después de 48 horas sin parar de llover, Sydney ha querido darnos un respiro y hasta ha hecho sol. Después de dejar las maletas en consigna y desayunar en una cafetería al lado del hotel, cogimos un ferry en Barangaroo Wharf hasta Watsons Bay. No era la forma más rápida de llegar, pero suponía un recorrido en barco por la bahía de Sydney de lo más completo. Funciona muy bien el sistema de barcos, especialmente con la Opal Card, la tarjeta de transporte con la que pagas un máximo de 15AUD al día por viajar en el transporte público de la ciudad.
Desde Watsons Bay fuimos caminando hasta Bondi Beach, siguiendo el Federal Cliff Coastal Walk. El camino está muy chulo, por acantilados preciosos y pasando por unos barrios con muy buena pinta, con casas con unas vistas de infarto. En total son 7 Km que llevan a Bondi Beach, la playa más famosa de Sydney, donde hay una larga tradición surfera.
Comimos en Macelleria, el paraíso de los carnívoros. Se trata de una carnicería restaruante en la que escoges la carne que quieres y te la preparan modo barbacoa. Es sencillo y efectivo. La carne es de primera calidad, la cocinan bien, está buenísimo y no es muy caro. Para el postre, nos fuimos a la Gelateria Messina, también acierto. Además por el camino aprovechamos para descubrir un poco más de Bondi, con su aire hippie y pijo al mismo tiempo, con mucha tienda de diseñador local.
El camino de vuelta lo hicimos en autobús, haciendo parada en el Noodle Market de Hyde Park. Octubre es el mes de la comida en esta ciudad y hay mucho mercadillo de comida. Para acabar, una última vuelta por el paseo marítimo, porque a quién no le gusta pasear junto al mar (más si hace bueno).
En resumidas cuentas, el viaje no nos ha defraudado en absoluto, donde todas las sorpresas han sido para positivo. Australia, sin duda, merece la pena.